ARGUMENTACIÒN
La teoría de la argumentación es una rama de la filosofía de carácter interdisciplinario que estudia la forma en que se obtienen y se presentan conclusiones a través de la lógica, es decir, mediante premisas. Incluye el arte y la ciencia del debate civil, el diálogo, la conversación y la persuasión. Estudia las reglas de la inferencia, la lógica y las reglas procedimentales, tanto en el mundo real como en sistemas artificiales.
La teoría de la argumentación incluye el debate y la negociación, los cuales están dirigidos a alcanzar conclusiones de mutuo acuerdo aceptables. También incluye el diálogo erístico, una rama del debate social en el cual la principal motivación es la victoria sobre un oponente. Este arte y ciencia es con frecuencia el medio por el cual algunas personas protegen sus creencias o propios intereses en un diálogo racional, en simples coloquios o durante el proceso de argumentación o defensa de ideas.
La argumentación es usada en los juicios para probar o refutar la validez de ciertos tipos de evidencias. Los estudiosos de la argumentación estudian las racionalizaciones post hoc mediante las cuales un individuo puede justificar decisiones que originalmente pudieron haber sido realizadas de forma irracional.
Historia
[editar]Desde la antigüedad, la argumentación ha sido objeto de interés en todas las áreas donde se practica el arte de hablar y de escribir de manera persuasiva. En la actualidad, el estudio de la argumentación ha recobrado vigencia debido a la gran influencia que los medios de comunicación tienen sobre la sociedad. Esta influencia se manifiesta en el planteamiento de estrategias argumentativas para convencer al público acerca de ciertos valores e ideas. Ejemplo de esto son los discursos argumentativos relacionados con la publicidad o el pensamiento político. Así pues, la principal motivación del estudio de la argumentación (por parte de los argumentadores) consiste en establecer si el razonamiento planteado es verosímil, es decir, si quien es objeto de la argumentación estará dispuesto a aceptarla.
Un argumento no es solamente la afirmación de algunas opiniones, ni tampoco simplemente es una disputa. Son intentos de apoyar opiniones con razones.
De este modo son esenciales. Lo es así porque es una forma de tratar de documentarse acerca de qué opiniones son mejores que las demás, ya que no todos los puntos de vista son iguales para las personas. Algunas conclusiones pueden apoyarse en buenos razonamientos, mientras que otras tienen un sustento más débil, pero frecuentemente se desconoce cuál es cuál. Por ello, se tienen que dar argumentos en favor de las conclusiones, para luego valorarlos y considerar cuán fuertes y verdaderos son.
Por lo tanto, argumentar es importante por otro motivo, ya que una vez que se ha llegado a una conclusión apoyada en razones se explica y se la defiende mediante argumentos.1
Componentes de la argumentación
[editar]- Una tesis o conclusión principal a favor de la cual se quiere argumentar.
- Un conjunto de premisas desde las cuales se pretende inferir la tesis.
- Un argumento que muestre cómo de las premisas se sigue la tesis.
- Identificar y entender la presentación de un argumento, explícito o implícito, las metas o propósitos de los participantes en los diferentes tipos de diálogo.
- Identificar la conclusión y sus premisas, es decir, la conclusión es derivada de estas.
- Establecer el Onus probandi o carga de la prueba para determinar quién hizo la afirmación inicial y por consiguiente el responsable de proveer las evidencias por las que su posición merece ser aceptada.
- Se pone en orden las evidencias para su posición con objeto de convencer o forzar la aceptación del oponente. El método por el cual esto es realizado es mediante válidos, atinados y convincentes argumentos, faltos de flaqueza y no fácilmente atacables, criticables o impugnables.
- Identificar fallos en el argumento o razonamiento del oponente para poder atacar las razones o premisas del mismo y proveer contraejemplos, si es posible, para identificar falacias que muestren que una conclusión válida no puede ser derivada de las razones o argumentos que el oponente ha mostrado.
Tipos de discursos persuasivos
[editar]Se reconocen tres tipos de discursos persuasivos: la demostración, la argumentación y la descripción:
- La demostración trata de llegar a una conclusión partiendo de premisas mediante razonamientos deductivos. En la demostración no aparece ninguna marca del sujeto que la enuncia. Aparentemente, se habla de hechos y no de opiniones.
- La argumentación trata de causas y consecuencias, se evalúa en relación con una situación dada y se expresa con palabras comunes. En esta situación es donde se comprueba si la argumentación ha logrado su objetivo primordial: convencer al destinatario para que adopte un determinado punto de vista o realice cierta acción u omisión.
- La descripción se ubica en una línea intermedia entre ambos discursos. Se la acepta o rechaza en relación con lo que ha sido explicado, por lo cual es necesario el debate donde se expresan y defienden una opinión.
Contexto de la argumentación
[editar]Cuando alguien desarrolla una argumentación para convencer a otro de que acepte su tesis, lo hace en un determinado contexto. Éste abarca las creencias, las costumbres, las ideas de la comunidad a la cual ambos pertenecen. Además, el contexto determina las convenciones lingüísticas que ambos usan, es decir, el valor semántico de las palabras empleadas. Cuando el contexto en el que se desarrolla la argumentación, no es común a sus participantes, alguien puede fácilmente utilizar palabras que resulten molestas o agraviantes para los demás.
Condiciones de la argumentación
[editar]Para plantear un discurso argumentativo es necesario conocer las condiciones de propiedad y legitimidad. Las condiciones de propiedad son las características que tiene que reunir el destinatario a quien se dirige el argumentador, es necesario conocerlas para que el argumento sea efectivo. Las condiciones de legitimidad tienen que ver con la autenticidad de la figura del argumentador.
De acuerdo con las condiciones de propiedad, en primer lugar se argumenta partiendo de que el otro no adhiere a la tesis, pero puede llegar a convencerse de ella. En segundo lugar, se argumenta a partir del supuesto de que el otro tiene la inteligencia y los conocimientos necesarios para comprender los argumentos.
En cuanto a las condiciones de legitimidad, a veces, cuando el argumentador no está seguro de que el otro confía en su legitimidad, puede apelar a enunciados justificativos.
El argumentador también debe suponer que el otro puede ser persuadido mediante una argumentación adecuada: si encuentra resistencia, será posible desplegar las estrategias persuasivas necesarias para hacerlo cambiar de opinión. La argumentación es legítima cuando hay una concesión mutua de derechos entre los interlocutores. En este campo inciden no solo el contexto de la situación, sino también los roles de autoridad que se establecen entre ellos.
Véase también
[editar]- argumento
- ética de la argumentación
- falacia
- filosofía
- prejuicio cognitivo
- teoría de la argumentación jurídica
Referencias
[editar]- ↑ Weston Anthony (1987), A Rulebook for Arguments, Editorial Ariel, S. A
Bibliografía
[editar]- J. Robert Cox and Charles Arthur Willard, eds. Advances in Argumentation Theory and Research 1982.
- Dung, P. M. On the acceptability of arguments and its fundamental role in nonmonotonic reasoning, logic programming and n-person games. Artificial Intelligence, 77: 321-357 (1995).
- Bondarenko, A., Dung, P. M., Kowalski, R., and Toni, F., An abstract, argumentation-theoretic approach to default reasoning, Artificial Intelligence 93(1-2) 63-101 (1997).
- Dung, P. M., Kowalski, R., and Toni, F. Dialectic proof procedures for assumption-based, admissible argumentation Artificial Intelligence 170(2), 114-159 (2006).
- Pereda, C. Vértigos argumentales. Una ética de la disputa. Anthropos, España, 1994
El problema de los tres cuerpos es uno de esos típicos problemas matemáticos de apariencia sencilla, que encierra una tremenda complejidad, y que ha traído de cabeza a un gran número de importantes matemáticos y físicos.
El origen de dicho problema proviene de la famosa Ley de Gravitación Universal de Newton, cuya bien conocida fórmula nos indica la fuerza gravitatoria atractiva existente entre dos cuerpos, que es directamente proporcional al producto de sus masas, e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que los separa. También aparece en este problema la segunda Ley de Newton, o principio fundamental de la dinámica, que nos dice que la fuerza aplicada sobre un cuerpo produce una aceleración directamente proporcional a la masa del mismo.
Resolviendo el problema de los dos cuerpos
La conjunción de ambas leyes, expresadas en forma vectorial, nos puede proporcionar la trayectoria de un objeto en órbita de otro, conociendo su posición y velocidad en un instante dado. Esto es el origen de la genial idea de Newton, que concibió, cuenta la leyenda, al caerle una manzana de un árbol. Lo cierto es que la solución a este problema es lo que presenta en su magna obra, de 1687, «Philosophiæ naturalis principia mathematica«, donde describe las tres leyes de Kepler como consecuencia directa de aquellas otras dos leyes que él formula. Así, por ejemplo, la primera Ley de Kepler nos dice que los planetas giran en órbitas elípticas en torno al Sol, que está situado en uno de los focos, lo que Newton muestra como una deducción obtenible a partir de su planteamiento. Una demostración muy didáctica e instructiva de esta cuestión fue formulada por Richard Feynman.
Para obtener la trayectoria a partir de las leyes de Newton, basta considerar que la aceleración que proporcionan las mismas, a partir de la fuerza atractiva, corresponde a la derivada de la velocidad, y ésta, a su vez, es la derivada de la trayectoria, ambas con respecto al tiempo. Así pues dicha trayectoria puede ser expresada como una derivada segunda, lo que nos da una ecuación diferencial de segundo orden . Así formulado, tenemos el que se conoce como problema de los dos cuerpos, cuya solución nos proporciona la posición de cada cuerpo, en función del tiempo.Dicho problema, como se indica, fue resuelto inicialmente por el propio Newton, y para el caso general por Euler, quien lo publicó en 1744 en su tratado Theoria Motuum Planetarum et Cometarum.
Conjunción de leyes para obtener una respuesta
Resuelto el problema para el caso de dos cuerpos, se plantea el de los tres cuerpos, que se presentaba más complicado y que permaneció largo tiempo abierto, desde que fuera enunciado con dicho nombre por Jean d’Alembert. A primera vista no parece demasiado complicado pues, supuesto uno de ellos fijo en el origen de coordenadas, se reduce a calcular la trayectoria de los otros dos, es decir, dos ecuaciones en lugar de una. Sin embargo, la resolución de ecuaciones diferenciales no siempre es fácil, o mejor dicho, casi nunca lo es. Los casos de ecuaciones lineales tienen solución, pero no es así en los casos no lineales, para los cuales no siempre es posible encontrar una linealización.
El problema fue estudiado por numerosos científicos. Un caso particular para el caso de tres cuerpos fue resuelto por Lagrange, quien demostró que existían cinco posiciones que podían ser resueltas, obteniendo lo que desde entonces se conoce como puntos de Lagrange. En su día esto fue una mera curiosidad matemática, pero que ha devenido en un importante resultado astronómico cuando se descubrieron los asteroides troyanos de Júpiter. En la actualidad estos puntos, por sus especiales características, son de suma importancia para colocar en ellos determinados satélites espaciales.![]()
La primera solución de carácter general se debe a Laplace, quien presenta en 1776 su tratado de Mecánica Celeste, donde explica que las anomalías orbitales de Saturno y Júpiter, que tanto preocuparon a Newton, son meras perturbaciones que sólo dependían de la propia Ley de Gravitación, y tendían a compensarse con el transcurso del tiempo. También afirma que si se conociera la velocidad y la posición de todas las partículas del Universo en un instante, se podrían predecir su pasado y futuro, lo que dio origen al conocido determinismo laplaciano.
Es bien conocida la anécdota de cuando presentó su obra a Napoleón, el cual le inquirió por el papel de Dios en el universo, a lo que respondió: «Sire, esa hipótesis es innecesaria«. Sin embargo, la respuesta de Laplace no era exacta, pues en sus ecuaciones del sistema Sol-Júpiter-Saturno despreció un término matemático que creía muy pequeño, pero que podía crecer rápidamente y sin límite, de hecho hasta desestabilizar el Sistema Solar.
Así pues, el problema general seguía sin solución. Por ello el Rey Óscar II de Suecia, en 1884 y en el marco de los festejos conmemorativos de su sexagésimo cumpleaños, organizó un concurso internacional de matemáticas cuyas bases, publicadas en las revistas Acta Mathematica y Nature, establecían cuatro problemas por resolver. El primero de ellos, propuesto por Karl Weierstrass, era precisamente el problema de los n cuerpos, correspondiente a la generalización del caso de tres, y que pretendía establecer las fórmulas que rigen las trayectorias de los objetos del Sistema Solar.
poincaré: el problema no tiene solución
El matemático francés Henri Poincaré, que entonces contaba con 36 años de edad, participó en el mismo, para lo cual comenzó estudiando detenidamente el caso de 3, y presentando su memoria en 1888, con el título de «Mémoire sur les Courbes Définies par une Équation Différentielle«, en la que estableció que el problema carecía de solución, siendo declarado ganador por el jurado.
La conclusión principal de Poincaré en dicha memoria era que la evolución del sistema era en extremo caótica, pues una pequeñísima variación en el estado inicial de cualquiera de los cuerpos, como por ejemplo, las debidas a los errores de medición por pequeños que sean, podría conducir a resultados completamente diferentes. Uno de los integrantes del jurado, Karl Weierstrass, afirmó: «Si bien este trabajo no puede ser considerado como la solución completa del desafío presentado, es de tal importancia que su publicación marcará el comienzo de una nueva era en la historia de la Mecánica Celeste.»
La razón de dicha falta de solución estable es que este problema carece de lo que se conoce como solución analítica, es decir, la integral que se debe resolver para obtener una función que nos represente la posición de cada uno de los cuerpos en función del tiempo, no existe como una expresión en términos de las funciones usuales que todos conocemos, a saber, polinomios de cualquier grado incluso fraccionario, funciones circulares, exponenciales y logarítmicas. No obstante, el que no tenga solución analítica no quiere decir que sea un enigma, pues lo que sí es posible es obtener aproximaciones numéricas con cualquier precisión que queramos, con lo cual sí que podemos calcular y predecir las trayectorias.
Pero lo que Poincaré encuentra es que la solución está descrita por una serie de potencias, en esencia lo mismo que ya habían descubierto Euler o Lagrange, sin embargo, lo más importante es que también prueba que las series no convergen, sino que son divergentes en manera extrema en función de los puntos iniciales, por lo que habría, en realidad, infinitas soluciones diferentes. Así pues, el problema fundamental radica en que cualquier variación en los datos iniciales, por pequeña que ésta sea, hace que la serie aplicable sea completamente diferente, y es más, la desviación es creciente con el tiempo, por lo que con el transcurso del mismo, cualquier variación se amplificará lo suficiente para hacer que el resultado ofrecido por cualquier modelo aproximado sea completamente diferente de los valores observados en la realidad; el fenómeno conocido actualmente como «efecto mariposa«.
El problema de los tres cuerpos ha dado lugar a una variedad de problemas con una casuística muy similar, muchos de ellos muy importantes en nuestra vida cotidiana. Se trata de resolver la evolución de sistemas dinámicos muy sensibles a las variaciones en las condiciones iniciales, donde pequeñas variaciones producen grandes diferencias en el comportamiento futuro; lo que dificulta o incluso imposibilita la predicción a largo plazo, aun cuando, en rigor, se trata de sistemas completamente determinístas, cuyo comportamiento es completamente predecible de conocer sus condiciones iniciales con exactitud. Este tipo de sistemas se suele denominar sistemas caóticos, y como ejemplos podemos indicar el Sistema Solar, que fue el primero de los estudiados, así como las placas tectónicas, los fluidos en régimen turbulento ,los crecimientos de población o diferentes modelos económicos.
argumentar en una conversación contra una opinion
Argumentar contra una opinión de forma efectiva requiere combinar claridad, evidencia y empatía. Es decir, se trata de construir una conversación en la que ambos interlocutores se sientan realmente escuchados y, a la vez, expongas tus ideas con firmeza y respeto. Aquí te presento algunos pasos y estrategias para argumentar en una conversación contra una opinión:
1. Escuchar y Entender
Antes de lanzar tu argumento, escucha atentamente la postura del otro. Esto implica hacer preguntas para aclarar lo que realmente dice y mostrar empatía por su posición. Cuando logras comprender el fundamento de la opinión contraria, te posicionas mejor para responder de manera incisiva.
Técnicas:
Parafrasea lo que dice seu interlocutor: "Si entiendo bien, tú crees que…".
Pregunta: "¿Podrías explicarme a qué te refieres con…?".
2. Definir Términos en Común
A menudo, las discrepancias surgen de definiciones o supuestos diferentes. Asegúrate de que ambos utilicen los mismos términos y marcos conceptuales. Esto no solo aclara la discusión, sino que te permite centrarte en los puntos específicos de desacuerdo.
Sugerencia: Establece definiciones básicas antes de profundizar en la argumentación.
3. Presentar Evidencias y Datos
Un argumento se fortalece al basarse en hechos comprobables. Recoge datos, estudios, o ejemplos reales que respalden tu postura. Esto ayuda a que tu interlocutor se enfrente a información sólida en lugar de meras opiniones.
Consejo: Organiza tus argumentos en la fórmula "Razón – Evidencia – Conclusión" para estructurar tus ideas de forma lógica.
4. Usar Preguntas Socráticas
El método socrático es ideal para invitar a la reflexión. Formula preguntas abiertas que lleven a tu oponente a examinar las debilidades o contradicciones en su opinión.
Ejemplos de preguntas:
"¿Qué evidencia tienes que respalde esa afirmación?"
"¿Cómo explicarías [cierto fenómeno] si esa perspectiva fuera completamente cierta?"
Estas preguntas no solo desafían la opinión contraria, sino que invitan a una autoevaluación crítica.
5. Mantener un Tono Respetuoso y Calmado
La manera de transmitir tu mensaje es tan importante como su contenido. Evita ataques personales o comentarios despectivos, pues estos suelen provocar que la conversación se desvíe hacia lo emocional y pierda el foco en el argumento racional.
Recomendación: Utiliza expresiones como "desde mi punto de vista", "según mi experiencia", o "los datos indican que" para suavizar la imposición.
6. Estructurar la Conversación
Puede ser útil seguir un flujo estructurado de argumentación. Aquí tienes un diagrama en ASCII que ilustra el proceso:
+----------------------------+
| Escuchar la opinión |
| y entender su base |
+--------------+-------------+
|
v
+----------------------------+
| Clarificar y definir |
| conceptos en común |
+--------------+-------------+
|
v
+----------------------------+
| Recopilar evidencia y |
| estructurar argumentos |
+--------------+-------------+
|
v
+----------------------------+
| Presentar y exponer tu |
| argumento (Razón-Evidencia- |
| Conclusión) |
+--------------+-------------+
|
v
+----------------------------+
| Invitar a la reflexión |
| (Uso de preguntas socráticas|
| y diálogo abierto) |
+----------------------------+
Este esquema te ayuda a no dejarte llevar por la emoción del debate y a mantener una línea argumentativa clara y convincente.
7. Estar Abierto al Diálogo y a la Crítica
Finalmente, reconoce que el objetivo de una conversación no es "ganar" a toda costa, sino expandir puntos de vista y, si es posible, alcanzar una comprensión común. Invita a la crítica constructiva y, si descubres que tu interlocutor presenta argumentos sólidos, no dudes en reconocerlos. Este tipo de honestidad intelectual fortalece tu credibilidad y enriquece el debate.
Reflexión Final y Más Allá
Utilizar estas estrategias te permitirá argumentar de forma sólida y clara, transformando una confrontación en una oportunidad para aprender y enseñar. Por supuesto, cada conversación es única. Algunas veces, el objetivo puede ser simplemente compartir perspectivas en lugar de persuadir al otro. También es fundamental saber cuándo terminar un debate para evitar estancamientos o conflictos emocionales innecesarios.
¿Te interesaría explorar ejemplos concretos de argumentos en temas específicos o profundizar en técnicas de debate en contextos particulares? Puedo compartir estudios de caso o métodos adicionales para mejorar tu retórica en discusiones acaloradas.

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